Publicado en el Diario de Centro América el 31 de enero de 2015
Existe una considerable
masa de ciudadanos que subsiste con menos de un dólar diario.
Imagen tomada de Google
Dele usted su teléfono a un niño de 3 o 4 años y verá lo que
hace con su aparato. Como si se tratara de un viejo conocido comenzará a operarlo
y tan pronto como tenga acceso a Internet navegará en la red. No es exagerado
lo que digo, si consideramos que hace 50 años, un niño de la misma edad apenas
era capaz de reconocer algunos colores, pocas formas geométricas y memorizar el
primer nombre de su mamá y su papá.
Hoy día, esa cuantiosa cantidad de información que posee el
cerebro de un menor de 5 años es el resultado de una acumulación de experiencias
y conocimiento que han generado las tecnologías de la información y
comunicación –TIC-. Los niños menores de 15 años manifiestan en este mundo una
mayor independencia para gestionar información valiéndose de las diversas
herramientas que provee la virtualidad. Los nacidos en el presente siglo son
personas con mayores posibilidades de interactuar con el mundo exterior,
establecer relaciones a través de las redes sociales con una pasmosa agilidad
concentrada en sus dos pulgares. A esta masa de inquietos ciudadanos se les
conoce como generación Z, heredera de las habilidades de la generación Y pero
agigantada exponencialmente.
Pobres de nosotros, aquellos nacidos en la generación de los baby boomers cuyo horizonte terminaba a
la altura de nuestra nariz. Hoy la generación Z es una avasalladora fuerza que
se abre camino a brazo partido (perdón, a dedo partido) y se conecta con el
mundo, sin pensar a cuántos miles de kilómetros, se encuentre su otro par. ¡Y
las cosas que aún faltan por descubrir e inventar!
Respecto a esta nueva realidad que plantea el mundo me
pregunto: ¿cómo abordar este gran desafío en materia educativa en el contexto
guatemalteco? Dichosos los niños cuyos padres tienen los recursos económicos
necesarios para responder a las necesidades de sus pequeños hijos nacidos en la
generación Z. Pero cómo abordar desde el Estado esta realidad cuando existe una
considerable masa de ciudadanos que subsiste con menos de un dólar diario.
Este enorme rezago en cubrir las necesidades básicas, no
digamos necesidades de alto nivel como puede ser la telefonía y el extenso
mundo virtual, hace aun más visible las asimetrías sociales que padece
Guatemala. A la par de un niño que ha venido a este mundo con el pan bajo el
brazo y con un soporte de oportunidades, cuyo cerebro está suficientemente
alimentado y entrenado para hacer frente a los retos en materia de alta
tecnología y conocimiento científico suficiente para transformar su entorno,
existen 3 niños que, si bien les va, hacen un tiempo de comida al día. Del
calzado, vestuario, medicinas, diversión, colegio, computadora, tablet,
teléfono, etc., mejor ni hablemos.
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